lunes, noviembre 13, 2006

CTHULHU, 1920, Capítulo VI

…y de repente Sophie se despierta en la peor habitación donde jamás estuvo…(bueno, vale, el estandar de la de Sr Hapwood está alto, pero esto es realmente malo). Y para mayor espanto, ha sido maltratada físicamente de la forma más ruin y degradante…¡Los bastardos le han cortado el pelo!!! Y ahí está nuestra heroína, a punto de perder la cabeza (calva), cuando entran en la habitación un celador modelo armario 2x2 y una enfermera modelo perchero. Invitan a “Liliam” a que los acompañe a la sala común, después de tomarse sus pastillas, claro. Sophie consigue esconder los medicamento y, preguntándose que demonios ocurre, sigue a los dos por un oscuro y destrozado pasillo… un grito conocido le llama la atención y, a través de una puerta, consigue medio entrever como unos doctores parecen estar intentando cocinar churrusco de inspector O´Hara…

En la sala común, un espacio cerrado con dos ventanales recubiertos de rejas, una mampara que da a una salita de vigilancia y dos accesos (una puerta cerrada y un largo pasillo, sin puerta) Sophie conoce a sus compañeros. Una gran montaña de grasa con forma de mujer pegada a una radio que emite una y otra vez la misma canción; un tipo vendado de la cabeza a los pies e... intentando plegar papeles con la mirada perdida y balbuceando, Sophie se sorprende al rconocer a Gerry... pobrecillo, menudos animales...No puede evitar sentirse conmovida...también han pelado al pianista!!! Sin embargo, éste parece no reconocerla y sigue en busca de su pajarita perfecta. La gorda. Perdón, la persona humana de complexión voluminosa tampoco parece hacerle mucho caso a la joven. No así el hombre vendado, que incluso la llama por su nombre. Pero Sophie no está muy pendiente porque hay un celador muy atractivo que, un poco más alto, más moreno y con menos hombros... sí, casi como Lord Ashford IV.

Entonces aparece de nuevo la enfermera, acompañada de un doctor que, esta vez sí, por mucho que se haya dejado bigote, con esa cara destrozada como si se hubiera afeitado con un gato epiléptico, abrazado por un pulpo, estrellado contra un muro y comido un muro de ladrillo, no podría ser otro que Kelly... Sin embargo, el marino no parece reconocerlos y se vuelve con la enfermera a su despacho (=cuchitril triste) por el pasillo (sin puerta). Y, aunque por un momento cree recordar algo, el fascinante informe sobre el efecto de la Protoporsinasa en pacientes con esquizofrenia paranoide afilada le consume toda su atención...


Mientras, en la sala, Sophie está intentando hacer migas con sus compañeros, pero la señora baja de torax no parece estar muy por la labor y solo quiere su radio y Gerry perece obsesionado con conseguir el doblar el papelito. Parece que solo el vendado tiene interés en hablar con ella, pero su obsesión por decir cosas incomprensibles, no consederarse humano e insistir en que vigile el pasillo y que no la vuelvan a fastidiar con un intento de fuga como las otras veinte veces anteriores, hace que Sophie pierda el interes en él. Eso y que se ve claramente que no tiene un duro, claro. Pero el tipo sigue tan pesado, que si los humanos patéticos, que si viva yo, bla, bla, bla, que, cuando se pone violento e intenta atacar al pliega pajaritas, la escritora no ve otro remedio que detenerlo con lo más a mano que encuentra. Afortunadamente no es el propio Gerry, sino la radio de la espacialmente expandida señora. Para sorpresa de todos, Sophie sigue demostrando ser la mejor en lo que hace y consigue convencer al tipo de que la culpa es de la señora. De manera que el tipo la agarra al vuelo con una mano, le da cuatro golpes y la deja ko babeando en el suelo... Vamos, igual que antes pero en posición horizontal... A continuación, y sin que nadie pueda detenerlo, golpea a Gerry, pero esta vez lo que consigue es volverlo a la normalidad (y, sí, está a punto de reventarle las costillas, vale...jo, nada más que quejas...)


Trás confirmar que empiezan a recordar su estancia en el manicomio, Sophie y Gerry comienzan a hacer caso al "vendas", que insiste en que llevan allí nueve meses. Sophie intenta comprobarlo mirando las revistas que hay en la sala de vigilancia detrás de la manpara, pero los números de "Salud Ayer", "Cuando se pierde el tarro" y "Enfermeras cachondas" no tienen fecha. El tipo insiste en que vigilen el pasillo y en que proviene de otro tiempo y que es un ser superior que está a la espera de recibir instrucciones. El pianista y la escritora, echando un vistado a la enorme humanidad femenina que ha derribado, piensan que, total, si le hace ilusión, para que llevarle la contraria... En ese momento, traen en una silla de ruedas por el pasillo (el que no tiene puerta) al alguien muy parecido al inspector O'Hara, aunque muy desmejorado. También lo tratan como si fuera otra persona, pero el hombre, aparte de oler como una barbacoa cuando alguien olvida un chuletón encima, no parece capaz de comunicar nada más. No obstante, la voluntad del investigador es fuerte, y al cabo de un rato de escuchar a sus compañeros y las extrañas historias del "vendas", recupera la conciencia y el recuerdo... Mientras, el extraño hombre o lo que sea, recoge los restos de la destrozada radio y comienza a arreglarla... Recolocando las vainas y conductos de extrañas sustancias verdes que tiene por circuitos... Finalmente, se escuchan extraños gruñidos y sonidos gluturales. Y no, no están retransmitiendo un debate político. De hecho, parece que el tipo se está comunicando de verdad con lo que sea. Hasta que vuelve a aparecer McNuggle en lo que se supone que es su turno de vigilancia. Y la radio vuelve a repetir la misma canción una y otra vez...

El irlandés sigue muy metido en su papel de doctor, rellenado sus notas y sin reconocer a nadie. Así que Sophie le pide amablemente al tipo de las vendas que le ayude, al igual que Gerry. Y así lo hace. Kelly intenta protegerse (como si le hubiera servido alguna vez) pero el vendado lo vuelv a consiguir. De hecho, mejora su actuación. Al marino si le rompe la costilla... En ese momento, se produce el reencuentro de nuestros heroes con grandes muestras de alegría ("Oh, mierda, otra vez igual", "Vamos a morir", "Porqué me juntaría con vosotros"...) que son afortunadamente interrumpidas por la aparición de la doctora Rosenhood. A la cual no le cuesta mucho ver que algo raro pasa. Un cuerpo humano femenino hiperdimensionado babeando en el suelo, tres locos que no paran de sonreir y el doctor que... bueno, ya sabemos lo bien que se le da a Kelly disimular... Así que llama al celador para que les dé la comida y sus pastillas...a todos.

Cuando el mastodonte llega por el pasillo (el que no tiene puerta), a Kelly le han vuelto todas sus neuras. Está harto de estar encerrado e intenta apuñalar al celador con su pluma estilográfica. Ni que decir tiene que produce el mismo efecto que si fuera de ganso... bueno, ésta a lo mejor le habría hecho cosquillas. O'Hara, como buen investigador, ya se veía el fracaso de su compañero, intenta arrancar un radio de su silla de ruedas. Pero no lo consigue. Mientras, McNuggle es arrojado contra la masa biológica femnina inmensa. La pelea se vuelve más bestial. Sobretodo cuando al celador casi se le salen los ojos y el cuello le crece hasta que expulsa una larga lengua terminada en puas que atrapa a Gerry. Sus compañeros luchan por liberarlo, pero no lo consiguen. O'Hara intenta golpearlo con su silla, pero no lo consigue. Sophie y Kelly tambien lo atacan intentando romperle la silla de ruedas en las piernas, pero nada, la silla resiste. Y el Cela-sapo ni se inmuta. Finalmente, es el propio pianista el que consigue soltarse, más muerto que vivo, y corre a refugiarse el el pasillo (sí, sí, el que no tiene puerta) dado que O'Hara ya ha conseguido bloquear la otra puerta (vale, que intentaba abrirla y ha partido la ganzúa en la cerradura. Detalles, detalles...). Por desgracia, allí le espera la enfermera, en versión sapa escuchimizada. Canija, sí, pero cuando golpea el suelo redecora el enlosado...


Mientras, el sapo sigue atacando a McNuggle y a O'Hara, hasta que termina subiéndose al techo y lanzando su lengua desde allí. Al inspector le entra el pánico y se dedica a correr de un lado a otro ("Vamos a morir, vamos a morir, uaaaaaaaaa...!!!, etc, etc..) . El "vendas" sigue contemplándolo todo desde su silla como si el tema no fuera con él. El pianista, por su parte, esquiva a la enfermera como puede. Cuando Kelly se ve arrinconado contra el ventanal, empieza a pensar en que va a conocer de primera mano que siente una mosca de charco, cuando, con algo que llamaríamos suerte si no fuera McNuggle, el monstruo golpea el ventanal con la lengua y se le queda atrapada entre los fragmentos de cristal. Gerry, por su parte, intenta arrancar nuevamente sin exito un radio de la silla de ruedas, que son duros los condenados... (PAUSA PUBLICITARIA: !!!Sillas de Ruedas, WheelSmith!!!. Se te romperá la pierna. Tu silla, no. FIN PUBLICIDAD). Total, que con buen criterio dediden que el mejor uso para la silla de marras es romper la mampara de la sala de vigilancia y huir por ella. Y lo logran, claro. Mientras, McNuggle, con un improvisado cuchillo de vidrio, le hace un nuevo ombligo a la enfermera-sapa. Decide que tanta suerte no puede durar y sale huyendo por la mampara, no sin ayudar galantemente a Sophie, que había esta escondida detras de la...la..leches...la gorda...Y estar a punto de morir galantemente atravesado por la lengua de la sapa...

Tras atrancar la puerta de la sala, los corre en pos de sus compañeros (que no les sacan kilómetros de ventaja, los buenos amigos, porque se han topado con una puerta cerrada). O'Hara, que sigue con su ataque, intenta romper el candado de la puerta con un jarrón. Y lo rompe. El jarrón. McNuggle, que tiene su día (solo una costilla rota) consigue liberar el candado y abrir el camino hacia la anhelada... ¡¡¿pared de piedra?!!
Desesperados toman el camino de vuelta mientras escuchan como las puertas de la sala de estar salta en pedazos. Entran en un puerta lateral. Corren y siguen corriendo. Verja de metal. Consiguen abrir. Mr Sapo y Miss Sapa les pisan los pies. Bloquean la puerta. Siguen corriendo... arf, arf... que agobio me está entrando...

Continuan deambulando por los pasillos. Sophie se agencia un hacha para que caballerosamente se la lleve alguien. En mitad de camino encuentran una habitación donde el celador que, demonios, como se parecería a Lord Ashford, les dice que tienen un coche arrancado esperandoles a la puerta. Dado que es el mejor consejo que llevan en todo el día, nuestros protagonistas salen corriendo. Aunque Kelly y O'Hara se paran a recoger un montón de fotos que encuentran por el suelo... Fotos de ellos... en el manicomio y fuera de él... y en sitios donde nádie pudo sacarlas... (en el baño, no, pervertidos, en la balsa en mitad del océano)

A la salida encuentran efectivamente el coche, y todavía tienen tiempo de ver como una ola de sangre salpica una ventada del manicomio y como un extraño motorista parece querer saltar por el acantilado. En ese momento todos se dan cuenta de una cosa... ¿donde está Modesty?. Y en ese momento todos tiene pequeños retazos de memoria. Donde recuerdan pequeños trozos de Modesty... en distintos sitios...

Acongojados (por el recuerdo y la conducción de O'Hara), llegan a Arkhan. Y al bareto donde estuvo O'Hara. Antes roban algunas ropas para sustituir las del manicomio, que les dejaba el culo al aire (no lo hemos comentado antes, que si no no se nos concentran en la historia...). Kelly decide que ya ha sido suficiente y decide coger la curda del siglo. Y si de camino puede sacar de donde contrabandean un agua tan rica, mejor. Sophie decide que no hay victim... hombres caballerosos en el local y llama por teléfono a su banco para intentar sacar dinero. Le contesta una voz glutural que le insta a mirar el pozo. La escritora se piensa que ha cogido la emisora del "vendas" y vuelve a llamar. Enta vez, una señorita le indica que tienen que ir al pueblo vecino. Y allá se encaminan todos, tras arrastrar a McNuggle de la barra...