lunes, marzo 13, 2006

CTHULHU, 1920, Capítulo II

Varios meses han pasado desde los últimos acontecimiento. Bueno, del último que está escrito sobre esta historia. El último acontecimiento ha pasado hace un segundo, pero a nadie le interesa la vida del señor Corttot y su vieja cafetera...

Nuestros conocidos Sofhie Hapwood, Modesty Blase y Gerry Bone consiguieron finalmente salir de Siberia gracias a la ayuda de los campesinos del tren y el buen hacer de la escritora, que rapidamente consiguió sustituir al difunto John Smith por un nuevo escl... portamaletas, ayudando al padre Dimitri Abeseynov a huir de las persecuciones rusas (persecuciones por religión, claro, que las rusas no veían muy atractivo al bueno de Dimitri...)

De esta forma, envueltos en una aureola de fama como sobrevivientes del accidente del Transiberiano, llegaron a Gran Bretaña . Gerry tuvo más contratos que nunca (incluso le pagaban), Sophie siguió haciendo lo que mejor se le daba (pillaba pasta como siempre, pero ahora más); Sólo la intrépida reportera Blase refunfuñaba. Los editores habían censurado su reportaje sobre los extraños sucesos siberianos y lo habían dejado en una clásica historia de accidente ferroviario. Incluido su héroe al más puro estilo americano: el perro Fifí.

Pero como siempre, la fama es efimera, sobretodo cuando Madam Pompadull ha sido vista saliendo del teatro con un muchacho, !!cinco años más joven que ella!!... Es por ello que nuestros heroes (no tenemos otros), aún están sorprendidos de encontrarse en la opulenta y gradiosa fiesta de Lord Ashford IV, rodeados de lo más selecto de la aristocracia del lugar y de toda la parentela de Fifi, el perro maravilla... El aristócrata les muestra su museo de objetos extraños, en particular una escultura con toda la pinta de haber sido reconstruida por un niño despues de destrozar una gargola y un ángel e intentar reconstruirlos todos juntos aprovechando los escombros de una casa . El trío utiliza el resto de la velada para dedicarse a lo que mejor se les da: Gerry triunfa con su piano, Sophie le saca un par de trajes al Lord y Modesty vende su reportaje sobre el suceso del transiberiano al aristócrata, que se muestra muy interesado por el documento. Además, les entrega un pasaje para los tres en el superlujoso Transatlantico Princess Ann Marie II, con destino a Nueva York. Misteriosamente, a la mañana siguiente, un criado se disculpa por la ausencia de su señor y son empaquetados hacia el puerto sin más ceremonia.

Mientras tanto, en un garito de mala muerte, Kelly McNuggell, escucha con resignación como su enésimo negocio para retirarse se ha vuelto a ir pique. Los irlandeses han decidido unirse a los ingleses, franceses, alemanes... y decidir que, o les paga lo que les debe, o la próxima vez va a estar una larga temporada en el mar...por la parte de abajo... Kelly decide que la mejor opción es ver nuevo mundo, y acepta la oferta que le dan para trabajar de sobrecargo en el PAM II (el mismo de antes... es que tiene un nombre muy largo...).

Así que aquí tenemos al marino recibiendo al pasaje y prometiéndole a Modesty que le enseñará el barco cuando ella lo desee. La reportera sigue sabiendo como usar eso de sonreir... Más pasajeros suben al barco: la despampanate Condesa Constanza Dell' Ama, y la joven Enmmanuel Pormut, pequeña, pálida, delgadita y... bueno, que llama la atención después de ver a la Condesa... Del resto de pasajeros que siguen subiendo, no vamos a hablar mucho, que son casi dos mil y menudo tostón (y para eso se lo va a comer McNuggell). El barco zarpa, cada cual se va a su camarote de primera y el padre Abeseynov a las bodegas de tercera. ¡Ay!, si hubiera conocido a John Smith no estaría tan sorprendido...

Por su parte, el Capitán Wilford Atkinks presenta al resto de la tripulación al nuevo sobrecargo. Como el extraño técnico de telegrafos, Milton. El olfato de Kelly estaba inmunizado al peste de pescado, pero mezclado con queso rancio... solo un marino borracho no vomitaría (...y solo para no desperdiciar el licor que ya hubiera ingerido...). El Capitán, no obstante, le previene contra Bowels, al que acusa de aprovechar su posición para sacar tajada de los pasajeros. Kelly decide alejarse de Milton, explorar el barco y charlar con Bowels. Que donde come uno, comen dos...
Sophie ya ha hecho buenas migas con la condesa, es decir, se piropean mientras rajan mentalmente la una de la otra... Finalmente, decide ir a su camarote a probarse los vestidos tan duramente ganados. Sin embargo, una joven camarera la espera allí queda tan sorprendida al verla que arroja al suelo todos los regalos de bienvenida. Eve, la doncella, se disculpa justo cuendo el jefe del servicio (como todo buen jefe cabrón que se precie) aparece oportunamente en el peor momento para dar una reprimenda a la muchacha. Sophie sale en su defensa y, de camino, saca doble ración de regalos de bienvenida, que la clave está en prácticar siempre que se puede.
¿Y el padre Abeseynov?. Descubriendo que perderse en una fiesta irlandesa de Tercera Clase persiguiendo a un niño no es la mejor idea del mundo cuando se tiene el sentido de la orientación de una polilla en un farol y lo mejor que se sabe decir en inglés es "!!!Cállese Señorrra!!!"...

Gerry Bone, en sus deambuleos, ha conocido al tejano Mike Wilson III, un autentico americano hecho a sí mismo. Y así salió, sin modales y con la cabeza como complemento del sombrero. Eso sí, forrrado de pasta, con lo que Gerry aguanta sus puros y su bebida, a ver si saca algo. Solo consigue enterarse de la sesión de espiritismo de Emmanuel y de que el tejano considera que el mejor sitio para descansar su mano es el trasero de la pobre Eve (que empieza a sospechar que no es su día). Modesty, que lo ve, se enfrenta al tejano, que se burla de la reportera, así que decide ir a entrevistar a la sirvienta.

Sophie, que pasaba por allí, sigue haciendo prácticas y consigue que el tejano la invite a cenar...

Mientras, McNuggell encuentra a Bowels con Hernandez y Fernán... con Thomson and Thomson, grandes empresarios con ideas chorras y montones de pasta... el prototipo de socio ideal...

Modesty, que va pensando titulares del tipo "Abordando a la mujer", "Servirse del servicio" o "No me toques el culo!!", consigue arrinconar a Eve para hacerle la entrevista. La aparición del jefe de servicios, convence a la muchacha de que no, que hoy no es su día... Mc Nuggell, otro que pasaba por allí, acaba llevándose a la reportera y salvando a Eve de su "ayuda"...

Sophie y Gerry, por su parte, están en la sesión de espiritismo de Emmanuel. La escritora apenas contiene su indignación ante tan falso expectáculo, ante tal estafa, ante tal... plagio!!. Cuando Gerry hace que la sesión termine, haciendose pasar por un espiritu con tan poco fortuna que casi se convierte en uno, Sophie y Emmanuel quedan a solas. La joven reconoce a su ídolo, su maestra, la gran Hapwood. Sophie conoce a su mejor disciplula, su mayor admiradora... y un potencial increible para seguir aliviando a viudos y viudas de sus tristezas... y del peso de sus bolsillos...

Después de este fantástico episodio de "Vacaciones en el Mar", cambiamos de canal y volvemos a tener a todos en el comedor. Excepto a Gerry, que ha decidido que otra sesión más de copa, puro y testosterona tejana es demasiado y se ha ido a recuperarse. Kelly y Modesty están soportando el tostón de los Thomson hasta que la reportera ve a un imitador de Leo DiCaprio haciendo gestos por la ventana. Como ni era Leonardo, ni hacía los gestos que ella querría, avisa de McNuggell, subiendo en la estima del marino por ofrecerle un escape al suplicio de los Thomson. Una vez fuera, una imagen espeluznante los golpea. Un perro destripado en medio de extraños símbolos. Que alguien se haya hartado del enésimo clon de Fifí no sorprende a nadie, pero que hayan ensuciado así la cubierta... "Animales", piensa Kelly. El padre Abeseynov, que al fin ha conseguido subir a cubierta, se encuentra la escena y tiene su momento de gloria al poder usar su mejor frase en inglés para tranquilizar a la dueña del perro. Modesty sigue persiguiendo al muchacho, que tras soltar un par de frases misteriosas y crípticas ("Vais a morir todos" y "Ni se os ocurra borrar la señal") se arroja al mar.

Los sucesos se suceden (algo normal, excepto en vortices temporales...). Una niebla espesa lo cubre todo. La señal es borrada pese a los esfuerzos de Modesty. Sophie sale a ver que ocurre y sufre el más horroroso de de los terrores... comprobar como la humedad le deja el cabello hecho un asco... Así que decide volver al comedor, donde Emmanuel sufre un extraño ataque, vomita agua salada y se desmaya. Ayudada por Sophie, Mike Wilson III y el padre Abeseynov, es trasladada a la enfermería, donde gracias al arte de Sophie y la pasta del tejano, consiguen que atiendan a la joven medium. Mike Wilson III agradecido por la ayuda del monje intenta darle un donativo pese a los rechazos de éste. La escritora, que se encuentra en su día grande, le saca el doble...

Kelly empieza a mosquearse. Nadie le hace ni puñetero caso y no parecen ser conscientes de que navegan a través de un puré de patatas (y que en los purés hay tropezones a veces...). Pero más miedo le entra cuando ve como un enorme transatlático se cruza con ellos. Su mente de marino le informa de que es imposible que navegue tan cerca de su barco y su sentido común decide hacerle olvidar que la tripulación que le hace gestos desde el barco apenas si son sombras borrosas. El sentido común de Módesty decide tomarse unas vacaciones y lo ve todo...

En la enfermería, Dimitri consigue sacar a Emmanuel de su trance por el viejo ritual de exorcismo consistente en gritarle al oido al poseido. Dejando a la muchacha al cuidado de la enfermera, vuelven al comedor, a tiempo de descubrir que todo el mundo habla de la llegada de Lord Ashford IV. Para sorpresa de ambos, se trata de un viejo carcamal sin descendientes y que lleva años sin visitar su hacienda. A Sophie el viejete le cae bien y decide brindarle el mejor baile de su larga vida... y gratis... y posiblemente el último...

Mientras, Kelly, que empieza a hartarse, decide ir a telegrafos a intentar comunicarse con el exterior. Allí se encuentra con Milton y con el médico de a bordo, que le hacen el mismo caso que los demás. Deseoso de deahogarse golpeando a alguien, Kelly ataca al doctor, para descubrir que éste realmente parece tener más de una lengua... y que son muy fuertes... y que tiene la boca muy grande... del tamaño de una cabeza humana...

En otro lugar del barco Modesty tropieza (literalmente) con Eve, a la quese le vuelve a caer todo. Y sí, el jefe de servicio andaba por ahí... La reportera pierde la paciencia y tirotea al mayordomo que resulta ser otro bicho tentacular. Que Modesty no lo descubra hasta después de disparar nos hace dudar entre la sagacidad de la reportera y que sea un peligro ambulante... El hecho de llevar todo el día cruzándose con malos malísimos planeando maldades sin darse cuenta, nos confirma que más vale caerle bien a la señorita Blase...

McNuggell, mientras tanto, decide que su viaje alucinante por el interior de un pulpo humanoide no es bueno para su salud, y consigue escaparse volándole la cabeza al ex-doctor. Aunque no contaba con los seres tentaculares que reptan por el techo y que deciden que no hay nada como comparar para tener criterio. Así que le dan otra visita con vistas estomacales.

Por su parte, Dimitri y Sophie deciden volver a la enfermeria a preocuparse por Emmanuel. Allí la encuentran junto a la Condesa y la enfermera, que resulta ser otro bicho tentacular (sí, había un 2x1 de cruceros con buffet libre en el otro plano). No obstante, nuestros heroes deciden atacar a la Condesa (sí, definitivamente no estaban muy lúcidos). Sophie falla y cae sobre los amorosos (y tentaculares y viscosos) brazos de la enfermera. Al monje no le va mejor. Por suerte, porque la Condesa salva a la escritora y, de camino, prepara pulpo al plomo. Aclarados los malentendidos, toman la sabia decisión de buscar los botes salvavidas y tonto el último...


En otro lugar, Modesty encuentra a Kelly. Bueno, al trasero de Kelly saliendo de una cosa tentacular, pero la reportera no tiene problemas en identificar al marino... Tras conseguir salvarlo y esconderse con Eve y Milton en la sala de telégrafos (¿hemos dicho ya que la intuición de Modesty no embarcó en Gran Bretaña?) las cosas se empiezan a poner chungas, viscosas y tentaculares. Y no, definitivamente no era el día de Eve...

Dimitri y Sophie dejan a la Condesa al mando de la evacuación (realmente la Condesa toma el mando sin preguntar ni nada, pero bueno...), decidiendo ir a rescatar a los demás. El monje se arma con un hacha. La escritora de paciencia... Acaban encontrando a sus compañeros. Sophie se convierte en superguerrero, elimina a Milton y manda un SOS por el telégrafo. Eve carga con el incosciente Kelly. Por fortuna para él, porque el amuleto que lleva la doncella los proteje de los ataques de los tentaculos. Finalmente, con la ayuda de Dimitri, consiguen escapar en el último bote salvavidas, a tiempo para ver como el "maior pulpo que jamasss conosí" abre el transatlántico y se decepciona ante la poca chicha que contenía la lata de aperitivos...

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Anda, esto explica tantas cosas ... y yo pensando que, con tanto pulpo, igual nos habiamos embarcado por equivocacion en el pesquero Maria del Carmen por las rias gallegas en vez de en un crucero de lujo. Como conseguirian los pulpos pasaje en primera? Ummm ... debo investigar ...

7:42 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Estaba claro después de esta aventura que a mi personaje le quedaban tres telediarios. ¿A quién se le ocurre con esa cara de Fidel Castro y esos calzoncillos coger un pasaje a Nueva York? Si es que le tenían que dar pal pelo!

1:00 p. m.  

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