lunes, julio 16, 2007

La Leyenda de los 5 Anillos. Canto Sexto.


Amanece en la pequeña aldea al pie de la montaña. Nuestros héroes despiertan para descubrir que Surugi y su hermana han partido. Masakado encuentra una nota en la que el Grulla le libera de su misión y de cualquier responsabilidad. En ese momento se da cuenta de que la comida que le han traído los aldeanos tiene un olor extraño y, gracias a sus conocimientos de venenos, comprende lo cerca que ha estado de caer en la trampa. Corre a avisar al resto del grupo. Por desgracia, todos han comido ya (y Yoruishi lo mismo que todos juntos). Afortunadamente, Masakado sabe como preparar el antídoto y todos lo toman. Excepto Shiro, que se niega a tomar algo preparado por un escorpión.

Tras buscar a los aldeanos, los interrogan sobre sus intenciones. Mimichiku no se anda con sutilezas y los aterrorizados campesinos piden perdón por sus actos y confiesan haberlo hecho por miedo al oni. Se escucha un galope. Una Unicornio llega seguida de un hombre que apenas se agarra a su cabalgadura. Se trata de Akane, compañera de Benkei, y Akano. Han partido de la ciudad con la misma misión que Mimichiku, aunque el hombre ha estado parando en todas las tabernas del camino...Benkei no quiere perder más tiempo. Deben encaminarse hacia la montaña por su Dama, a la que pide que lleven el corazón del oni caso de que caiga en el combate. El recuerdo de amores perdidos no ayuda a Masakado ni a Shiro...

Tras pasar junto a los restos de la cabaña de Zotoco, se internan en un bosque. La sensación es opresiva. Sin embargo, Akane, la Unicornio, siente que la maldad es menor que la percibida en la aldea. Pero no tiene tiempo de analizar el extraño caso, pues un montón de hojas y ramas con una cabeza humana de largos dientes se levanta del camino y comienza a atacarles. Mimichiku, Benkei y Yorushi pasan al ataque, destrozando al ser. Cuando todo parece indicar una fácil victoria, un nuevo ser se alza. Shiro se prepara para atacar, cuando una flecha, verde jade atraviesa al ser, que cae muerto. Tras la flecha, un arquero, de humildes vestiduras, aparece. La mayoría de ellos lo reconoce. Se trata de Kenzo, ronin conocido por defender a cualquiera que necesite su ayuda, sin respetar castas ni rangos... Benkai le da las gracias. En hombre, en vez de contestar, les relata una historia sobre un maestro que mandaba a la gente a por una piedra especial en la montaña, pero nadie volvía. Hasta que un viajero no subió, sino que buscó en casa del anciano, donde encontró los cuerpos de todos sus predecesores... Benkei comprende, el oni está en el pueblo. Akane no se lo piensa. Su amado caballo está allí. Masakado murmura entre dientes.. demasiado caso se hace a las palabras de un descastado. En ese momento, Shiro cae, presa de los efectos del veneno. Masakado dice que la culpa es suya, y que no tiene ahora los ingredientes para el antídoto., y parte hacia la aldea. Benkei tampoco puede esperar y parte, pese a que Shiro le pide que no lo deje morir allí deshonrosamente envenenado. Yoruishi hace tiempo que no está... aburrida, se ha perdido por las montañas...

Akane encuentra el infierno en la aldea. Pilas de cadáveres y seres insectoides que se deslizan por la tierra. Pronto se le une Benkei y Masakodo. En la montaña, Mimichiku y Kenzo deciden bajar a la aldea, dado que Yoruishi está ilocalizable. Shiro a penas mantiene la conciencia, pero no respetan su deseo de morir con honor. Solo Akano decide permanecer a su lado.

Más arriba, en la montaña, Yoruishi se siente atraída por un resplandor verdoso que la conduce a una cueva. Allí, junto a una piel fosilizada de un ser con aspecto de insecto gigantesco, el espectro de un guerrero le confiesa su pecado. Tras vencer al oni, su soberbia le hizo conservar un huevo de la criatura que se quedaron los aldeanos. Y así, la plaga se ha extinguido. Pero ahora, con ella allí, existe una posibilidad de redimirse. Para ello, le entrega una wakisashi... Hielo Verde... Grandes poderes la acompañan. Yoruishi corre a enseñarle su nueva espada a su más mejor amiga Mimi-chan...

Mientras, en la aldea, ya se han reunido todos. Deciden que los arqueros, Kenzo y Akane, atraigan la atención de los seres con flechas incendiarias, mientras los demás los rodean con sigilo. Masakado, que se ha infiltrado en el pueblo, les cuenta como los aldeanos se convierten en insectos enormes que se alimentan de las pilas de cadáveres y que ha encontrado al resto de la guardia que acompañaba a los grullas. Afortunadamente, él dispone de un documento que le dispensa de toda responsabilidad... Kenzo les confirma que ningún humano queda con vida allí, así que todo lo que se mueva en susceptibled de ser pasado a mejor vida. El plan se lleva a cabo, pero no parece funcionar. Nadie huye del pueblo. Solo la figura de una mujer, desnuda, se alza entre las llamas. Pide clemencia. Kenzo la derriba de un flechazo. Pese a que sigue hablando en términos de paz, Masakado acaba con ella, pues ha reconocido en la mujer al monstruo que se alimentaba de la carne de los caídos.

Echado por tierra el plan, los grupos se dividen. Mimichiku se dirige hacia el cementerio, Akane sigue a caballo rodeando la aldea. Mientras, Benkei arrolla uno de las pilas de carne descubriendo la boca de un pozo... se deja caer y Masakado y Kenzo lo acompañan... En ese momento, Shiro, que se encuentra mejor, llega acompañado de Akano. El samurai ciego se toma la poción de Brazo de Fuego justo a tiempo de unirse a la refriega en los túneles.

En el cementerio, Mimishiku se ha encontrado con Yoruishi, pero esta a penas tiene tiempo de hablarle de su nueva arma, pues aparece el anciano sepulturero que, transformándose en un gigantesco insecto, las ataca. La batalla en breve y, en poco tiempo, las dos mujeres cuelgan atravesadas por las garras del oni...

En el túnel, la batalla es épica. Los insectos caen por decenas y los cuatro guerreros se cubren de gloria y vísceras de demonios... finalmente, escuchan ruidos extraños y observan como dos monstruos llevan a cuestas a dos chicas desnudas. No les cuesta mucho liberar a Mimishiku y a Yoruishi. La muchacha, en cuanto se recupera gracias al vial de Brazo de Fuego, corre en busca de sus armas. Las encuentra, mas no su nueva wakisashi. En la superficie, Akane, que había escuchado los gritos de las mujeres, ha llegado al cementerio, para encontrase con el oni. Los golpes de la Unicornio apenas afectan a la criatura. La samurai lucha con bravura, pero nada puede contra un ser que ha vencido a Yoruishi y Mimishiku sin esforzarse y, en un ataque relámpago, la garra del ser atraviesa caballo, armadura y vida de la samurai... Mientras se sumerge en la negrura, sus pensamientos son de pesar por haber fallado a su camarada Benkei y sus compañeros... aunque en el último momento, un relincho le hace sonreír. Sus caballos, sus amados caballos, la esperan al otro lado...

En los túneles subterráneos, Benkei, Masakado (el cual se ha ganado el respeto de Shiro como luchador), junto al samurai ciego, Akano y Mimichiku, han encontrado la cámara real de los insectos. Una deforme mujer, con un abultado e insectoide abdomen está poniendo huevos. Masakado no lo duda y acaba con la aberración de un golpe... Destruida toda la puesta vuelven a salir al exterior. Yoruishi ha encontrado los restos de Akane diseminados por todo el cementerio. Sus ojos brillan reflejando el sentimiento de todos sus compañeros... El oni será destruido......

2 Comments:

Blogger Plaguicida said...

(breve sonido de flauta que se apaga en el aire frío y vivificador de la Montaña)

"Hubo una vez un Anciano, que vivía en un pueblo. Quería recuperar una Piedra, una Piedra antigüa que perteneció a su familia, y que estaba en la Cima de la Montaña.

Los jóvenes del pueblo se ofrecían a ir a por la Piedra, porque el Anciano era muy viejo, y la Montaña empinada y fría.

Pero de todos los que subían a la Montaña... ninguno volvía.

Los hombres del pueblo, entonces, quisieron subir a la Montaña. Querían recuperar a sus hijos, y traer la Piedra al Anciano.

Pero de todos los que subían a la Montaña... ninguno volvía.

Pronto las gentes del pueblo dejaron de ofrecer su ayuda al Anciano. Tenían miedo a la Montaña, y decían que estaba poblada de Lobos, Brujos y Onis que arrebataban las vidas de los que subían. Pero el Anciano seguía llorando amargamente por no poder recuperar su Piedra.

Entonces llegaron Héroes. Honorables Samuráis cuyo nombre despertaba admiración y respeto ofrecieron su ayuda al Anciano y juraron recuperar para él la Piedra.

Pero de todos los que subían a la Montaña... ninguno volvía.

Entonces llegó un Joven. Visitó al Anciano y se ofreció a ir a por la Piedra. Pero más tarde entró, a hurtadillas, cual Sombra entre las Sombras de la Noche, en el Sótano del Anciano.

Y allí encontró las Armaduras de los Samuráis desaparecidos."

Kenzo.

5:44 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Anda! Si subian a la montaña sin armadura, no me extraña que el oni ese les diese para el pelo ... claro, que la ropa es rato incomoda ...

10:18 a. m.  

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